Túpac, resplandece...


LUNES, 22 de diciembre de 2008.

Hola, me llamo Túpac, aunque hasta hace muy poco me llamaban Listán. En la antigua sociedad quechua-aymara, a los nacidos en día soleado se les llamaba "Tupac", que en el doble idioma de los incas significa "resplandeciente".

Creo que fui abandonado (o quizás me perdí, no lo tengo muy claro) en Cádiz. Dicen que tengo un año y ocho meses. Pero mamá dice que eso es imposible, que debo tener menos de un año. Yo no sé mi edad.

Ayer, desde Cádiz, me mandaron de viaje a Madrid. Yo tenía miedo, pensaba que me volverían a abandonar. Viajé por tierra toda la noche, luego me metieron a una furgoneta y de pronto, a las 9 de la mañana, el señor que la conducía, abrió la compuerta y… allí estaba ella… me despertó simpatía, por eso moví mi cola. Me saludó muy cariñosa y me puso un collar con una correa. En ese momento lo supe ¡era mi nueva mamá!. Bajé de un salto de la furgoneta y me puse a olisquear todo.

Llegamos al portal de la casa. Yo, tenía miedo de entrar. Pero suavemente me obligó a hacerlo. Luego, lo más alucinante, nos metimos en un cubo con cristales, desde donde veía un parque y, de pronto, el cubo empezó a subir y subir. Me dio miedo esa cosa. Así fue como llegué a mi nueva casa.

Al entrar, me esperaba un señor lleno de pelos –como yo, pero sus pelos eran negros y mucho más largos que los míos-. Entré tímidamente, y mi nueva mamá y el señor peludo me dieron comida y agua. ¡Ufffff, qué hambre teníaaaaaaa!

Bueno, pues, luego lo típico, inspeccionar todo, para tratar de averiguar si era territorio amigo o territorio enemigo. Aquí hay una habitación, y otra, y otra… Pero, como vi que todos me acariciaban y me tocaban y, como a mi eso me encanta, empecé a pedirles cariñitos. Primero a ella, que de primeras era la más expresiva y yo, como pollito, me metía debajo de su ala. Si se movía, yo volvía a insistir. Tienen razón los pollitos. Debajo del ala de mamá gallina, es el mejor sitio para protegerte. Luego, miré al señor de barbas, que me miraba con cierto recelo. Tenía cara de tener más miedo que yo, así que me fui a su lado, me metí (literalmente) debajo de su brazo para obligarlo a que me abrace. Mmmmm… me acaricia… mmmm… que bien se siente… mmmm… ¡no pares, papá!

Me dieron unos juguetes, pero no me interesaban. ¿Para qué quiero juguetes, si tengo caricias?

Bueno, el resto del día fue que cada hora me llevaban a la calle. No sé qué querían que haga en la calle. Tenían cara de preocupados. Yo, la verdad, es que me lo pasaba muy bien en la calle, pero ellos me insistían en que haga no sé qué. Así pasó el día. Llegó la noche y nuevamente me sacó papá a la calle y fuimos a esperar que mamá volviera de su oficina y los tres nos fuimos a un parque muy bonito. Pero ellos seguían insistiendo en que hiciera ese “no sé qué”. Pero, claro, yo no hacía nada de nada.

Yo, por mi parte, quería portarme muy bien. Les mostré toda mi educación. Creo que los impresioné con mi obediencia. Yo quería portarme muy bien y ser muy bueno para que no se vaya a enfadar. No vaya a ser que otra vez me mandaran a un refugio. Así que por no molestar no quería ni siquiera hacer un pis. Creo que eso les preocupó mucho. Pero, es que cuando me sacaban a la calle o al parque, yo tampoco quería ensuciar el parque, ni la calle, ni los postes, ni las ruedas de los coches, ni hacer pis a esos arbolitos tan lindos. No vaya a ser que se enfaden.

Luego me dieron de cenar. Y cené muy bien. Pero, luego de la cena, ya no podía aguantar más y me entraron unos apuros terribles. Me acerqué a la puerta y me puse a dar vueltas allí. Mi madre salió corriendo a cambiarse las zapatillas por botas, pero yo ya no pude más… me fui a un cuarto que no tenía alfombra y solté todo el pis que había estado almacenando todo el día.

¡Oh! Nooooooooo, todo el día portándome tan bien, para echar a perder todo ahora. Mientras hacía litros y litros de pis, pensaba “me matan, me matan”. Me sentí muy mal. Sé que hice mal. Me regañaron ¡pero nadie me pegó! Mientras mamá limpiaba mi lago, papá me puso la cadena y salimos corriendo a la calle (el que corría era yo). Fuimos al parque y allí acabé lo que había empezado en ese dormitorio. Luego me enteré que era el dormitorio de las “peques” ¿quiénes serán las “peques”?

En fin, luego, a gustito, calentitos, nos pusimos a ver tele y yo iba tooooodo el rato recordándole a papá que me acaricie, hasta que nos dormimos los tres. Ellos en el sofá y yo en el suelo a su lado. Deberían dejarme subir al sofá. Yo también quiero estar ahí.

Ese fue mi primer día.


Y Gracias a Marcia y a su nueva família, este fue el primer día de su nueva vida.

1 comentario:

Unknown dijo...

me a hecho llorar!!1la verdad todos se lo merecen!!!!

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